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martes, 25 de noviembre de 2014

El camionero y sus 3 chalanes

Okey, para quienes nos sigan en Facebook, ya sabrán que hemos dicho que la publicación a finales de mes se hará con lo que tengamos, porque nuestros seguidores no parecen ser muy constante. Así que si hay relato tendremos relato el 25 de cada mes, y si no lo tenemos tendremos las fotos, y si de plano no hay fotos... Bueno, ya veremos con que nos las arreglamos :)

De momento, en este mes de noviembre sí tenemos relato erótico que nos envió uno de nuestros seguidores. Lo edité un poco, como siempre, aunque si quieren leer la versión original la pueden encontrar en aquí.

El camionero y sus 3 chalanes.

Todo comenzó cuando venía de mi casa de Tacubaya. Eran como las 11:30 pm cuando llegué a Indios Verdes. No había nada de gente en todo el paradero, cosa que resultaba rara, pero en fin. Los checadores nos dijeron que venía un camión para las pocas personas que viajábamos en dirección Zumpango.

Efectivamente el camión llegó finalmente hasta casi la 1:15 am. Todos estábamos desesperados, así que subimos al camión inmediatamente y este partió con su destino. Éramos como 8 pasajeros en el camión, además del chófer y sus chalanes; los cuales no pasaban en ningún caso más allá de los 25 años.

Después de un rato de viaje todos los demás pasajeros bajaron en el centro de Tecámac y yo, bueno, yo venía casi hasta atrás del camión viendo videos XXX gay en el celular. En eso uno de los chalanes se fue a acostar un momento hasta los asientos de atrás del camión, es decir, justamente detrás de mí. Yo lo ignoré, pero lamentablemente puse un video con muchos gemidos y gritos, lo cual hizo que el tipo se sentara para asomarse detrás del asiento.

—¿Qué pedo, compa? ¿Viendo videos gay? —me preguntó él.

—Sí, me los pasaron y los venía viendo porque algunos ya los tengo, pero... —comencé a responder yo.

—¿A poco eres puñal? —me interrumpió él.

—Pues sí. ¿Qué no se nota? —inquirí.

—No, wey, te ves machín —comentó él.

—¡Ah, gracias! —contesté.

—¿Y a poco sí muchos videos? —interrogó él

—Sí, tengo cerca de ochocientos y en la computadora tendré unos quinientos —le respondí.

—No mames, wey, estás cabrón. A ver, déjame ver unos, ¿sí? —pidió él.

—Este... yo... bueno. Pero no tengo de hombres y mujeres, solo de hombres —le advertí—. ¿No hay pedo?

—Nel, wey. Enséñalos —fue lo que el chalán dijo mientras se pasaba al asiento al lado del mío.

Le puse el primer video, luego otro y otro, y al ir por el cuarto...

—No mames, compa, ya la tengo bien parada. Mira.

Y dicho eso el wey se sacó una verga como de diecinueve centímetros, gruesa y bien cabezona. Yo solo me quedé viéndola, seguramente con una cara de "no ma... yo quiero", pues sentía un gran deseo por una verga como aquella.

—¿No me la quieres chupar? —preguntó él.

—Pero ¿si se dan cuenta tus compañeros? —interrogué yo.

—Nel, wey, no hay pedo —contestó él—. Es más, si quieres hasta nos la mamas a todos y te cogemos. ¿Te animas?

Bueno, con una propuesta así no era necesario que me rogaran demasiado.

—¡Cámara! —fue mi respuesta—. Pero mejor primero diles, capaz que no quieren.

—Mejor primero mamámela —fue lo que él respondió.

La verdad no había forma de resistirse a una verga como esa, así que se la empecé a mamar inmediatamente. Se la estaba mamando rico cuando él les habló a sus cuates. Yo por pena me iba a incorporar pero él me detuvo para que le siguiera mamando el palo. El chófer había detenido el camión en una lateral, por lo que él y los otros dos chalanes pudieron ir sin problemas hasta atrás.

—¡Cámara, Pinky! —exclamó uno de ellos dándole un zape—. Ya te anda ordeñando el putito y no nos convidas, culero.

—Pues hay boquita y culito pa' todos —dijo el primer chalán con el que estaba, al que evidentemente le decían el Pinky—. ¿Cómo ven, cabrones? ¿Nos lo chingamos?

—¡Cámara! —fue la respuesta de todos.

—Aunque, ¿si va a poder con todos? —preguntó el chófer.

—Si no puedo me madrean por calentarlos y no cumplirles —les respondí con seguridad, pues estaba lo bastante caliente para hacer ese tipo de aseveraciones.

Para que me costara menos trabajo con lo que me esperaba los weyes sacaron mota y poppers. Así que mientras seguía mamándosela a mi chalán todos nos desnudamos. Al contemplar las cosas que les colgaban entre las piernas a todos esos machos me di cuenta que la verga más chica era la del Pinky con sus diecinueve centímetros. Las otras eran de veinte, veintidós y la última, la del chófer, era una tercera pierna: veinticinco centímetros, megagruesa y supercabezona. Al ver todas aquellas pollas me emocioné y me puse a mamárselas en intervalos.

Después de un rato de estar así me dijeron que me empinara para sentir la verga de un macho. Uno de los chalanes fue quien se bajó y me chupó el culo bien rico mientras yo se las mamaba a los otros. Luego de eso el tipo le fumó a la mota y le jaló a los poppers, tras lo cual me dio otros para que yo le diera el jalón.

¡No mamen! Me la dejó ir de madrazo. Grité y me quise zafar por el dolor tan intenso pero los demás me lo impidieron y el chófer me puso a mamársela nuevamente para que dejara de gritar. Del dolor hasta se me bajó la erección, pero luego de que pasó el dolor empecé a gozar a ese rico chacal que me cogía violentamente.

Un rato después, fue hora de que el otro chalán me metiera su verga, para lo cual él se sentó y me puso a darme de sentones en su verga. Era genial estar brincando en los asientos del camión mientras aquella barra de carne se perdía en mi interior.

Finalmente le tocó al chófer y ahí sí lloré. El hombre me puso de patitas al hombro y también me la dejó ir de putazo. Me cogió como media hora hasta que me llenó el tanque con sus líquidos viscosos. Tras eso la cosa se puso más caliente entre todos. Incluso sacaron una cobija, nos bajamos del camión y ya abajo de uno por uno me volvieron a coger como quisieron. Incluso hubo un momento en que dos de ellos me hicieron un dos romano. ¡Fue una experiencia sumamente placentera el sentir aquellas vergas llenándome por completo!

Finalmente, la cereza del pastel fue que los cuatro se la empezaron a chaquetear y cada uno de ellos se vino en mi boca, dejándome mi cavidad oral rebosante de aquellos jugos seminales que lanzaban sus poderosas vergas.

Después de eso vi el reloj y eran las 3 de la madrugada. Como estábamos cerca en el Aurrera de la entrada de mi fraccionamiento me vestí y con el culo adolorido caminé a mi casa, no sin antes quedar con esos cabrones para repetir pronto.

~~~

Bueno, este fue el relato que nos envió uno de nuestros seguidores. El chico en cuestión nos contó esta anécdota tras haberles preguntado en Facebook qué les parecería tener sexo en un autobús, pregunta que surgió debido a la publicación de la segunda parte de Viaje en autobús.

Hubo un seguidor en la página que comentó que este relato era poco realista y creíble. ¿Ustedes qué opinan? Ese seguidor argumentaba que no era creíble que todos (chófer y chalanes) estuvieran bien vergones. En lo personal eso no me sorprende, pues como muchos de ustedes sabrán, en el mundo de los relatos eróticos es muy común exagerar las medidas de los miembros de los protagonistas (práctica que no me gusta y por lo tanto no sigo, como muchos se habrán dado cuenta). Digo, no me sorprendería que en realidad las medidas hayan sido menores pero hayan sido aumentadas para aumentar la reacción ante el relato, o que en medio de la calentura nuestro seguidor hubiera tenido esa impresión. Es fácil engañar a la mente.

En lo personal creo que la historia tiene un elemento más increíble. Digo, ¿qué tan fácil es encontrarse a un tipo dispuesto a ver videos gay? Sé que hay hombres que en su machismo no les importa cogerse a un wey siempre y cuando sean ellos los activos, pero me parece increíble encontrar a cuatro que se comporten decentemente. Pero bueno, quiero creer que el que mandó esto tuvo suerte. La verdad es que pensar en una experiencia así hace que me ponga como burro. A mí siempre me ha atraído la idea de hacerlo con el chófer de un camión después de que este se quede vacío (o antes de que se llene, para el caso es lo mismo). La mera neta, si esta historia es verídica, siento envidia de la buena con el tipo que la vivió.

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