Bueno, llegó mediados de mes y es tiempo de deleitarlos con un relato de mi autoría. Y para quien lo recuerde, hace dos meses los dejé con un relato que les dije estaba incompleto. Bien, es hora de conocer lo que le pasó luego de su masturbación a Lisandro en el camión. Para quienes no hayan leído el relato anterior recuerden que lo pueden encontrar aquí mismo en el blog, en el link http://relatos-eroslover.blogspot.mx/2014/09/viaje-en-autobus.html .
Y para quien lo haya leído en septiembre, solo puedo decirles que ojalá disfruten esta segunda parte ;)
Viaje en autobús
(Segunda parte)
Lisandro tomó algo de papel para limpiarse la mano y la polla, después
volvió a subirse el pantalón y tomó su celular para salir del
baño. El ambiente en el resto del autobús seguía tal y como había
estado antes de que entrara al baño. Volvió a su asiento con la
intención de descansar. Quizás después de esa relajante
masturbación podría dormirse del modo en que lo estaba haciendo el
tipo que iba al otro lado del pasillo. Así que Lisandro decidió
reclinar un poco más su asiento, se acomodó y cerró los ojos con
la intención de dormirse lo que quedaba del viaje.
Pero no lo logró. Concentrándose en sus sensaciones se dio cuenta de
que aún seguía caliente. Tenía ganas de masturbarse nuevamente.
¿Cómo era aquello posible? ¡Acababa de venirse ricamente! No era
posible aquello.
Comenzó a acariciarse el bulto de su entrepierna distraídamente
mientras miraba por la ventana. En aquel momento le hubiera encantado
estar en la ciudad, donde podía contactar con alguien mediante
internet y en media hora estar en la casa de alguno de los dos o
algún hotel para coger fuertemente. O quizás en lugar de internet
ir a algún conocido punto de encuentro: unos baños, un cine, un
café internet, esos lugares de “el departamento”... Cualquier
cosa habría estado bien en lugar de solo conformarse con su mano.
Aunque bien pensado no es que su mano tampoco estuviera mal. Era la
única que realmente siempre le tocaba tal como quería, la única
que se la sobaba a la velocidad que deseaba, que acariciaba la parte
de su cuerpo que ansiaba y nunca se contraponía a sus anhelos.
Lisandro negó con la cabeza ante todos aquellos pensamientos. Si
bien eran ciertos aun así sonaban a una locura. Justo cuando su
cabeza se ladeaba, alcanzó a ver algo que se movía al otro lado del
pasillo. Volteó la cabeza totalmente y cual no sería su sorpresa
cuando se dio cuenta de que el tipo que según él iba durmiendo no iba
para nada dormido, sino que más bien se encontraba despierto y no
dejaba de acariciarse también su bulto mientras lo miraba con
interés.
La situación prendió a Lisandro con una rapidez inigualable. Si su
polla se estaba volviendo a poner dura con sus propias caricias, al
ver al otro hombre que viajaba en el autobús hizo más que ello. El
tipo levantó la mirada para encontrar la de Lisandro y una simple
mirada bastó para que ambos se pusieran de acuerdo. El otro dejó su
asiento y se levantó para ocupar el que estaba exactamente al lado
del de Lisandro.
—Alberto —se presentó el otro tipo mientras se sentaba y le estiraba la mano
a Lisandro.
—Lisandro —se presentó a su vez mientras no podía evitar sonreír.
Cuando Alberto se había puesto de pie había resaltado que sus
pantalones ocultaban un buen pedazo de polla, aunque solo de manera
parcial porque resaltaba bastante.
—El viaje va algo aburrido, ¿no? —inquirió Alberto.
—Bueno, podemos solucionarlo —contestó Lisandro dejando que
su mano se posara sobre la pierna del otro.
Alberto lo imitó inmediatamente dejando que su mano masajeara la
pierna de Lisandro a través del pantalón. Dejaron que sus manos
subieran poco a poco, pero antes de que alguna de las dos llegara al
pene de alguno Alberto acercó su rostro al de Lisandro y lo besó.
Aquello sorprendió al hombre, pero se dejó llevar y permitió que
aquellos labios gruesos que ahora se le presentaban recorrieran los
suyos. Ambos labios se comenzaron a mover como si estuvieran
sincronizados mientras las manos alcanzaban su objetivo: el bulto del
otro.
Alberto separó su rostro del de Lisandro, para dedicarle una mirada
apasionada mientras sus dedos se afanaban por desabrochar el pantalón
ajustado que aquel día llevaba. Mientras tanto, los dedos de
Lisandro desabrochaban con habilidad el cinturón de Beto
tranquilamente y sin prisas. Debajo de su pantalón Lisandro llevaba
un bóxer de color rojo encendido mientras que Alberto no llevaba
nada. Asi que mientras Alberto se dedicaba a seguir masajeando el
falo de Lisandro por encima de la ropa, este tuvo la oportunidad
de llegar a tocar inmediatamente el pene de su acompañante, el cual
se encontraba rasurado y como Lisandro lo había pensado tenía una
longitud considerable, al igual que un grosor nada despreciable. Dejó
que sus dedos recorrieran aquella cabeza rosada que estaba totalmente
expuesta para después permitirles bajar por aquel tronco donde las
venas resaltaban y finalmente rodear los grandes testículos que
estaban hasta abajo.
Alberto soltó un enorme suspiro mientras la mano del otro se movía
por su pene. Él decidió no quedarse atrás y, mientras Lisandro
sopesaba sus huevos, metió su mano debajo de aquel bóxer rojo y
comenzó a palpar el falo que se ocultaba debajo. Beto comenzó a
acariciar totalmente el miembro con la palma de su mano mientras su
pulgar se dedicaba a estimular suavemente el glande de este tras
haberlo descapuchado.
—¡Oh sí! —susurró Lisandro para después soltar un leve suspiro de
satisfacción.
Alberto se inclinó y, antes de que Lisandro pudiera decir algo más,
sintió como una cálida boca hacía contacto con su pene mientras la
mano del otro se dirigía hacia la base. Lisandro también se vio
obligado a mover su mano debido a la posición en que quedaron ambos
cuerpos, así que mientras Alberto besaba su glande él regresó la
mano hacia el duro falo de su acompañante en lugar de seguirle
masajeando los testículos. Dejó que su mano subiera y bajara a lo
largo de toda la longitud de aquel buen pedazo de carne mientras
sentía como aquellos labios gruesos atrapaban su glande rodeándolo
y luego comenzaban a deslizarse hacia abajo. Primero Beto solo metió
la cabeza del pene del otro en su boca para después sacarla, pero al
volver a tragar aquella polla metió un poco más de ella entre sus
labios y así sucesivamente, provocando en Lisandro sensaciones de
placer extremo.
Lisandro no aguantaba más y, mientras el camión traqueteaba por la
carretera, aprovechó un ligero salto para levantar las caderas y
penetrar la boca de su acompañante lo más profundamente posible.
Creía que seguramente Alberto se haría para atrás, pero nada de
eso, al contrario, el otro también aprovechó el levantamiento de
caderas del primero para con habilidad jalarle los pantalones y el
bóxer hasta media pierna.
Alberto dejó que sus manos recorrieran aquellas piernas recién
descubiertas durante un momento, pero inmediatamente una de sus manos
se metió entre ellas hasta que consiguió que su índice tropezara
con un agujero que se contrajo ante su contacto. Sin embargo, Beto no
desistió, sino que comenzó a frotar la entrada del recto de
Lisandro mientras seguía chupando su verga. Lisandro no sabía a que
placer atender, si al de su mano en contacto con aquel pedazo de
carne ardiente, al de su falo por el cual se deslizaban los carnosos
labios de su acompañante o al de su ano que estaba siendo suavemente
estimulado por fuera por aquel dedo índice.
Finalmente Lisandro decidió dejarse llevar, solamente disfrutar de
todo lo que pudiera. Alberto consiguió lentamente meter parte de su
dedo en el culo de Lisandro, mientras la mamada que le estaba dando
aumentaba de velocidad. Lisandro comenzó a respirar aceleradamente
mientras sentía que el momento de su clímax llegaba. ¿Qué otra
cosa podía esperar cuando el dedo de Alberto había comenzado a
moverse en su interior, sus propias manos recorrían aquel falo
poderoso y la boca de su acompañante succionaba su polla? Así,
entre todo eso, no le fue extraño llegar al clímax mientras
intentaba contener sus gemidos, aunque no pudo evitarlos del todo
mientras llenaba la boca de Alberto con su dulce néctar. Beto por su
parte no dejó que una sola gota de la eyaculación de Lisandro
escapara de sus labios y la degustó mientras dejaba que su lengua
recorriera aquel tronco que tenía aprisionado entre sus labios.
—¡Sí que sabes como hacerlo! —comentó Lisandro mientras Alberto
lamía la punta del pene.
—Déjame ver tu culo —le pidió Alberto mientras sacaba su dedo del
interior del otro y separaba su boca del pene.
Lisandro no estaba muy seguro de cómo hacer aquello, pero Alberto
metió su cabeza por detrás de la espalda del primero mientras con
las manos lo invitaba primero a recorrerse en el asiento y luego a
levantar ligeramente las caderas hacia atrás. Lisandro se cuidó de
no levantar mucho el tronco, ya que no quería que el chófer por el
retrovisor o cualquier persona que volteara se diera cuenta que
estaba levantado de su asiento y se preguntara por qué.
Mientras tanto, Alberto dejó que su rostro se deslizara a lo largo
de la espalda de Lisandro. A pesar de la playera, el hombre dejo que
sus labios presionaran a lo largo de la columna vertebral del otro,
hasta que llegó donde terminaba la playera y la suave piel de
Lisandro quedaba expuesta dejando sus dos nalgas al aire. Aquellas
nalgas apetitosas, no muy grandes pero tampoco pegadas al hueso, dos
nalgas que tenían una forma perfecta y que estaban separadas por una
raya que escondía un tesoro para Alberto. El hombre dejo que sus
labios recorrieran la posadera que se encontraba más cerca de él en
tanto su nariz se hundía en la separación y aspiraba los aromas que
se escondían ahí.
Por su parte, Lisandro tuvo que agarrarse al asiento de enfrente
cuando Alberto comenzó a besar su trasero. Apretó los labios para
asegurarse de no dejar escapar ningún suspiro mientras sentía que
sus piernas cederían en cualquier momento debido al cosquilleante
placer que le estaban dando los labios de Beto deslizándose sobre su
culo y su nariz acercándose cada vez más a su precioso agujero.
También disfrutó grandemente mientras Alberto lo mordisqueaba
levemente y dejaba que su lengua se acercara cada vez más a la
división entre ambas nalgas, hasta por fin alcanzarlas y empezar a
buscar entre ellas la entrada al interior de Lisandro.
En cuanto la lengua de Alberto hizo contacto con su ano, Lisandro no
pudo evitar soltar un gemido ahogado. Alberto dejó que su lengua
recorriera los bordes del ano de su compañero de viaje mientras él
mismo seguía masturbando su pene, pues no quería que perdiera
dureza para lo que se venía.
El beso negro se extendió por un buen rato. Lisandro disfrutaba
mientras la lengua de Alberto se abría paso dentro de él, mientas
sus labios parecían embonar con los bordes del agujero que llevaba
a su interior, mientras una de sus manos le acariciaba las piernas y
él mismo masajeaba su polla lentamente, la cual se había vuelto a
levantar por tercera vez en la noche con ánimos de proseguir.
—Creo que ya es tiempo —comentó Alberto separándose del
culo de Lisandro.
Este volteó a ver a su acompañante y se dio cuenta que estaba
sacando un condón de una condonera que llevaba. Antes de que
Lisandro pudiera hacer algún movimiento, Alberto se coló detrás de
Lisandro mientras abría el condón para después colocárselo. Tomó
por la cintura a Lisandro, quien se dejó guiar para sentarse sobre
Beto. Su ano presentó un poco de resistencia, pero inspiró
profundamente intentando relajarse. La verdad estaba demasiado
caliente como para negarse a hacer algo como aquello. Así que siguió
respirando mientras sentía como la cabeza del pene de Alberto se
abría paso en su interior, centímetro a centímetro, dejando detrás
un ligero dolor pero una sensación de lleno sumamente placentera.
—Ya está dentro —dijo Alberto cuando Lisandro asentó sus posaderas
sobre las caderas del primero. Lisandro podía sentirlo, pero aún
así hizo que su mano se dirigiera primero hacia sus propios
testículos para después deslizarla hacia abajo y tocar los huevos
de Alberto. Apenas y sentía la base del pene de Alberto, pues
realmente tenía todo dentro.
Alberto dejo que sus brazos rodearan el cuerpo de su compañero por
debajo de la ropa, para después atraerlo hacia sí y besarle la
oreja. Mordió levemente su lóbulo y dejó que su lengua recorriera
todas las líneas de la oreja. No se apresuró a iniciar la
penetración, simplemente disfrutó de como el recto de Lisandro lo
apretaba suavemente, del sabor de su oreja y de su mano
acariciándole suavemente las bolas.
Fue Lisandro quien comenzó los movimientos para dar inicio al mete y
saca. Al principio no sacó el pene de Beto, simplemente comenzó a
hacer movimientos circulares con su cadera. Aquello enloqueció a
Alberto, quien tomó de la cintura a su acompañante para hacerlo
comenzar a subir y bajar de tal manera que su verga comenzó a entrar
y salir del agujero donde se encontraba.
Poco después fue Lisandro quien se encargó de subir y bajar por sí
mismo, mientras que Alberto dejaba que una de sus manos se encargara
de los genitales del primero. Le acarició las bolas mientras
saltaba y luego tomó su pene y lo envolvió con su cálida mano
mientras se las arreglaba para mover sus propias caderas en el
espacio que tenía disponible.
El placer de ambos era impresionante y en búsqueda de algo más
aceleraban cada vez más. Los golpes de las nalgas de Lisandro sobre
las caderas de Alberto se hacían cada vez más audibles, las
penetraciones parecían cada vez más profundas y la mano de Beto se
afanaba jalando la polla de Lisandro. Con la situación así, no fue
extraño que los dos alcanzaran el clímax, en primer lugar Lisandro
y, cuando Alberto sintió que su mano se llenaba con los fluidos que
salían de la verga que sostenía, se excitó aún más y jaló a
Lisandro penetrándolo hasta el fondo mientras vaciaba su leche
dentro de su recto. Los gemidos de ambos fueron inevitables, pero
afortunadamente para ellos los demás pasajeros venían dormidos o
confundieron el sonido con cualquiera de los otros que provenían de
la carretera.
Alberto dejó que su mano subiera por debajo de la playera de
Lisandro, embarrando su abdomen con sus propios jugos. Volvió a
jalarlo hacia él mientras todavía tenía toda la polla dentro y
Lisandro volteó la cabeza para besarse una vez más con el hombre
que le acababa de regalar un momento único. Se quedaron un momento
compenetrados, mientras Alberto lo besaba en la boca, en la oreja o
en el cuello y Lisandro acariciaba los testículos que tenía debajo
y correspondía a los besos. El pene de Alberto ya había perdido
bastante flacidez antes de que se decidiera a sacarlo, empujando
ligeramente a Lisandro hacia arriba, aunque una vez que se hubo
quitado el condón volvió a jalarlo para que se sentara nuevamente
sobre de él, quedando su trasero sobre su pene.
Podrían haberse quedado así todo el viaje, o al menos hasta
volverse a prender, si no hubiera sido porque no venían solos.
Vieron que alguien en la parte del autobús se ponía de pie,
pidiéndole permiso para pasar a su acompañante que venía en el
pasillo, así que rápidamente Lisandro se deslizó al asiento de al
lado mientras se acomodaba el pantalón. Alberto hizo lo propio, y
comenzaron a charlar como si nada mientras el hombre los pasaba por
al lado para dirigirse hacia el baño.
—Eres fantástico, de verdad —le dijo Alberto una vez que el hombre
hubo cerrado la puerta del baño.
—Lo mismo puedo decir —expresó Lisandro mientras acercaba su boca
una vez más a la de su acompañante para besarlo.
~~~
Bueno, ahí estuvo el relato de este mes. Creo que el final fue algo brusco, pero no se me ocurre qué más podría haber ocurrido. ¿Ustedes qué piensan?
Este relato es sumamente especial porque lo escribí pensando en un amigo, que sea lo de cada quien, creo que está bastante bueno. El personaje de Lisandro está basado en él. Fue bastante curioso cómo surgió la idea para este relato. En una ocasión él me dijo que debía irse a trabajar a Aguascalientes, y cuando me imaginé el viaje en el camión me vino inmediatamente una escena como esta del relato a la cabeza. Claro que en ese entonces no sabía que la página de marqueze no era visible desde dispositivos móviles, pero me di una pequeña licencia poética en ese entonces :P Además, ahora pueden imaginarse que la página que checaba en la primera parte del relato era justamente este blog (aunque todavía no subo el relato del enfermero).
¿Alberto soy yo? En realidad no. Tengo mucho de voyeur, sí he de ser completamente sincero. A veces cuando un chavo me gusta me excita más la idea de verlo teniendo sexo con alguien más que conmigo. ¿Qué puedo decir? Afortunadamente aún así disfruto cuando la situación se da conmigo :D