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lunes, 5 de enero de 2015

Pedro 1

¡Hola a todos! Comenzamos un nuevo año y es tiempo de un nuevo relato ajeno en el blog. Espero lo disfruten. Considérenlo su regalo de reyes ;)
 
Pedro
(Primera parte)

Cuento la historia de mi tío Pedro, quien me enseñó muchas cosas, entre otras lo que era follar.


★ ★ ★
[Reproches]
 
Desde el mismo momento en que sus padres hubieran aprobado la boda, él personalmente se había encargado de llevar a cabo todos los preparativos.
 
“Si algo salía mal todas las culpas recaerían sobre su persona”
 
Había trasladado el ajuar de la que sería su futura esposa hasta la casilla de labriegos. En esa choza convivía con su hermano seis meses al año mientras ambos cuidaban del ganado. Después de la boda esa sería la primera casa en la que viviría el feliz matrimonio. Por eso se había esmerado en barrer el suelo y adecentarla un poco.
 
“No quería que Lucia, su futura esposa, se llevara una impresión de él que no era”
 
También sacrificó un par de corderos con los que agasajar a los pocos invitados al banquete y por supuesto había tenido que “ausentarse” de sus obligaciones diarias en el pastoreo, para ir a confesar y formalizar todos los trámites en el registro civil. Quería asegurarse de que le permitieran al día siguiente poder decir con rotundidad que acababa de contraer matrimonio. Cualquier imprevisto o detalle insignificante terminaría avergonzando a sus padres, aun más de lo que ya estaban. 
 
Eran  tantos  los disgustos que había acarreado a su familia por esa mala cabeza, que no tenía claro hasta qué punto su padre sería capaz de soportar alguno más.
 
Cuando llegó a la cama lo hizo completamente agotado.
 
“Esa iba a ser su última noche de soltería y hubiera preferido celebrarla de alguna forma un poco más especial”. Pensó durante unos segundos mientras se sentaba
 
El giro inesperado de las circunstancias lo habían obligado a no poder ni desear una despedida de soltero en condiciones. Se encontraba demasiado lejos del pueblo como para irse de cena con sus amigotes y tampoco podría festejar bebiendo vino y licores hasta al amanecer, porque su hermano pequeño se había acostado unas horas antes que él.
 
Mientras se desvestía, miró durante unos segundos hacía el cuerpo semidesnudo de su hermano Pedro. Su respiración era rítmica y algún leve ronquido se escapaba de su boca. Resignado se sentó sobre la cama certificando con cierta tristeza que Pedro, su querido hermano, estaba profundamente dormido.
 
Pensó de nuevo en su familia y en todo lo que estaba a punto de pasar. Después de la boda nada podría ser igual, todo iba a cambiar de forma brusca y no se atrevía ni a imaginar las consecuencias que todos esos cambios tendrían en sus vidas.
 
Todavía dudando sobre si lo que estaba a punto de hacer era lo mejor o no, empezó a descalzarse haciendo que un fuerte olor a pies sudados le diera en la nariz.
 
Miró, de nuevo, hacía su hermano y este seguía durmiendo en la cama.
 
No dejaba de pensar en el enorme  sacrificio que iba a hacer toda su familia por él, permitiéndole alejarse de allí durante toda una semana. A cientos de kilómetros de la aldea, podría disfrutar de lo lindo con su nueva esposa,  en lo que iba a ser una más que merecida luna de miel. Era por tanto más que normal que su hermano pequeño, estuviera también molesto. Pedro llevaba casi cuatro días sin recibir la mas mínima ayuda en un trabajo más que agotador.
 
Cuidar de las ovejas era duro pero llevadero si lo hacían dos personas. Por ello los dos hermanos vivían en el monte, en una pequeña casa labriega durante unos siete meses al año. Debían permanecer allí prácticamente aislados de la civilización,  cuidando el ganado, esquilándolo y ordeñando a diario, pero sobretodo saliendo a pastar con las ovejas. Cuando el invierno llegaba bajaban hasta la aldea donde pasaban los otros cinco meses, llevando a cabo las mismas labores pero disfrutando ya de “las comodidades” que les ofrecía el tener a una madre cerca que como mínimo les hacía la comida y les lavaba la ropa. Entre los lujos de la aldea estaban también, el de poder asearse de vez en cuando, cenar algo caliente y sobretodo el no tener que compartir cama.
 
En esa pequeña agrupación de casas y almacenes vivía también su novia y futura esposa, a la que podía ver un par de veces al mes. Los caprichos del destino quisieron que esta se quedara encinta durante una de las furtivas escapadas con ella hasta la rivera del río.
 
Esa humillante noticia para la familia había terminado precipitándolo todo.
 
—¡Eres una vergüenza para esta casa! —le había reprochado su padre la noche en la que se lo comunicó recibiendo un sonoro sopapo en la cara.
 
La inercia del golpe hizo que su rostro se girara hasta quedar de frente al de su hermano menor. Pedro con lágrimas en los ojos se sentía casi tanto o más traicionado que su propio padre. Pensó que podría llegar a explicarle que todo había sido un desliz, que esa mujer no significaba nada para él. Creyó también que Pedro lo terminaría entendiendo y acabaría perdonando el doble juego de seducción y engaño al que había sometido a su novia y a su hermano pequeño.
 
Pedro calentaba su cama y lo distraía en  sus horas de aburrimiento durante el pastoreo y Lucía lo llenaba de sueños en los que se iban a montar su propia granja con la que se terminarían haciendo tan ricos como lo era el dueño de esa aldea.
 
Finalmente el joven pastor también había terminado llenando de polla el prieto coño de Lucía y su espesa leche lo había condenado para siempre a un matrimonio para el que nunca estuvo preparado.
 
[...]
 
Cuando su cuerpo desnudo se acurrucó junto al de su hermano pequeño, todo en su cabeza era un mar de dudas.  
 
—Pedro… ¿Estas dormido? —le preguntó
 
Su hermano no le contestó, pero no lo oía roncar sonoramente por lo que empezó a zarandearlo.
 
—Hermano, … despierta anda, que quiero hablar contigo.
 
Su hermano disgustado le soltó un codazo mientras se encogía aun más en la reducida cama en la que dormían.
 
—Déjame en paz y guarda tus fuerzas para mañana, seguro que las necesitarás para satisfacer a tu querida mujercita.
 
—Es por eso por lo que estás molesto,… ¿verdad?... ¡Piensas que cuando me case con ella no volveré a estar contigo más!
 
—¿Y acaso no va a suceder de esa forma?... —le reprochó su hermano mientras se incorporaba para decirle lleno de furia lo mucho que lo odiaba en esos momentos—. ¿Acaso no va a ser ahora esa mujer la que cada noche duerma contigo? ¿Se te ha olvidado que va a ser ahora ella la que vendrá a vivir aquí y que yo me tendré que ir a dormir al corral, donde me comerán las pulgas o las ratas, para poder dejar al feliz matrimonio retozar a solas en esta cama?
 
—Podemos hablar con ella. Puede que puedas dormir en algún rincón de esta casa. Seguro que no le importará.
 
—¿Olvidas que con la que has liado la gente no verá bien que los dos durmamos con la moza bajo el mismo techo?… ¿Qué clase de familia de depravados seríamos ante los ojos de la gente?
 
—¿Desde cuándo te ha importado a ti lo que piense la gente? Mi esposa tendrá que entenderlo y dormirás aquí con nosotros. ¡Faltaría más!
 
—Ah, sí… ¿y entenderá también cuando le digas que esta cama la solíamos usar para otras cosas que no eran precisamente dormir? ¿O eso prefieres seguir guardándolo en secreto?
 
—Vamos, Pedro, no me jodas con eso ahora. Lo que hemos hecho todos estos años ha sido desfogarnos. ¡Somos hombres, joder, necesitábamos follar!
 
—¡Te habrás desfogado tú!... ¡A mí sí me gustaba! …¿lo entiendes?
 
—Joder, Pedro… ¡Qué hacer eso por gusto solo lo hacen los maricones!
 
—¿Y qué somos? ¿Dos angelitos que obligados a dormir en el bosque se abrazaron el uno al otro durante las frías noches de invierno?
 
—¡Estaba mal y lo sabes!
 
Pedro miró a su hermano mayor durante unos segundos antes de levantarse de la cama.
 
—Entonces no te importará si esta noche te dejo meditando y reflexionando sobre los pecados que hemos cometido durante todos estos años.
 
Pedro comenzó a vestirse apresuradamente mientras su hermano mayor seguía mirándolo extrañado desde la cama. Desde que se aprobó la boda no había cruzado más de dos  o tres palabras con él. Pensaba, eso sí,  que estaría algo molesto pero no tanto.
 
—¡Venga, hombre, Pedro, métete conmigo en la cama!
 
—Has confesado hoy, ¿verdad?
 
—Sí. ¿Por?
 
—¿Le has contado al cura algo de lo nuestro?
 
—¿Como le voy a contar eso? Le he dicho lo normal, que pienso en el sexo a diario, que me toco mucho y… luego eso que hice con Lucía.
 
—Pero te ha absuelto de todos tus pecados.
 
—Sí, claro después de rezar con él un padrenuestro.
 
—Entonces no creo que sea normal que la víspera de tu noche de bodas cometas el infernal pecado de clavarle a tu hermano pequeño la polla hasta los huevos.
 
—¡Venga, vamos, Pedro, no me jodas!
 
—No, has sido tú el que me ha jodido, no sé cuántas veces en esta casa y en el monte otras tantas más.
 
—Era solo un juego, queríamos probar como era —le reprochó el pastor mientras apartaba las mantas y se hacía a un lado mostrándole a su hermano pequeño el hueco que le esperaba en la cama.
 
Pedro no flaqueó pese a ver en el apetecible cuerpo de su hermano mayor un tremendo bulto bajo el calzón. Armándose de valor empezó a decirle:
 
—Puesto que a partir de mañana tendré que dormir en el corral, no creo que pase nada si empiezo ya haciéndolo esta noche.
 
—¡Joder, Pedro, no te vayas, vuelve a la cama, te prometo  que hablaremos con Lucía después de la boda! ¡Ella terminará entendiéndolo!
 
Pedro no lo escuchó y con lágrimas en los ojos abandonó la casa dejando que la oscuridad de la noche lo alejara para siempre de ese pasado que tanto ansiaba no llegar a perder.
 
El novio se quedó en la cama meditando durante unos segundos. Llevaba todavía puesto el enorme calzón raído y amarillento que usaba como única prenda para dormir. Bajo este su rabo se había vuelto a poner duro como cada noche. La mano fue al encuentro de ese duro mástil de carne y fue tirando de la fina piel hasta descubrir el glande de un color rojo, casi granate. Empezó a pajearse con lentitud, todavía tenía la esperanza de que su hermano Pedro pudiera volver en cualquier momento. Pensaba verlo llegar de nuevo hasta esa cama que durante tanto tiempo habían compartido. Deseaba que le agarrara la polla para masturbarlo con gran maestría.
 
—Que duro trae el cipote hoy mi hermano favorito —le decía Pedro mientras le sacaba el raído y amarillento calzón por los tobillos hasta dejarlo totalmente en pelotas sobre la cama
 
Poco después notaría el caliente aliento de una boca acercándose. Al engullirse esa dura asta de carne empezaría a gemir de placer.
 
—Ahhhhhmmmmmmm, siiiiiiii, joder, Pedrooooo, como la mamaaaaaaaasssss.
 
Después comenzaría a notar como las babas de su hermano y las suaves succiones lo irían arrastrando poco a poco por unos caminos de los que jamás querría apartarse.
 
Ese era un placer prohibido al que se había entregado durante años.
 
—Además de tocarte en el campo, ¿has hecho alguna otra cochinada más? —le había preguntado el cura esa misma tarde mientras se confesaba.
 
Pero el novio no le contó nada más. De haber empezado el pobre cura habría tenido que dejar el oficio que estaba a punto de comenzar sin atender. Eran tantas las cochinadas que hacía con su hermano pequeño que no sabía por cuál empezar.
 
Mientras se pajeaba cada vez más frenéticamente pensaba en Pedro y en ese culo que se había abierto ante la rotundidad de sus embistes sin queja alguna. Su sumiso hermano había aceptado el rol sin pedirle nada a cambio. Poco a poco había ido dando de sí ese ojete rosado y caliente, coronado por una hilera de vellos negros que se enredaban con los de su polla, hasta quedar fusionados en una unión perfecta y sincronizada.
 
Cuando sus rudas y callosas manos se clavaban en la cintura de Pedro notaba como este se echaba ligeramente hacía adelante para apoyarse contra el suelo, en un tronco o en lo que hubiera más cerca. El caso era evitar la pérdida de equilibrio que lo alejara durante unos instantes de la placentera penetración.
 
Pedro se corría sin tocarse siquiera y lo hacía dejando que un filo hilo de semen saliera de una polla endurecida y vibrante.
 
La naturaleza había querido que el vicioso pastor la tuviera gorda y muy larga mientras el pequeño Pedrito se tuvo que conformar con esa polla gordita y venosa.
 
La fimosis había impedido que el hermano pequeño, también pudiera probar lo que era eso de follar y hubo de esperar hasta que se fuera a hacer la mili para que lo prepararan para poder cumplir con sus deberes como macho. 
 
Ya sería tarde. Pedro llegaría al servicio militar sin ningún interés de fecundar a las hembras. Su hermano mayor se había  encargado de mostrarle otros caminos de obtener un placer supremo
 
El prieto culo apretaba con fuerza la polla del vicioso pastor y este aceleraba las embestidas mientras las ovejas balaban inquietas alrededor de ellos.
 
—¿Te gusta, verdadddddd?
 
—¿Qué si me gusta? ¡Esto es la hostia! —le gritaba Pedro mientras tiraba de su hermano hacía él para pedirle que se quedara dentro mucho más tiempo.
 
—Pedrroooooo, me voy a correrrrr, no puedo más.
 
—Vale sigueeeee. No dejes de meterla, a mí también me gustaaaahhhhh
 
Entre berridos y balidos los dos pastores se corrían haciendo que todo lo que les rodeara pasara a un segundo plano. 
 
No era necesario hacerse más pajas a escondidas del otro. Tampoco necesitaban que ninguna mujer les ayudara en la búsqueda del placer que de esa forma tan exitosamente obtenían.
 
¿Por qué entonces, había tenido que joderlo todo de esa forma el hermano mayor?
 
El novio mientras notaba como el estallido de la paja estaba a punto de llegar, no dejaba de darle vueltas al tremendo error que había cometido al irse a solas al río con una de las sirvientas del señorito. Hubiera preferido hacerlo con Pedro, como tantas otras veces había pasado.
  
“Como debería estar haciendo también esa misma noche previa a la noche de bodas”.
 
Pero esa noche su enorme y gordo pollón descargó muy lejos de ese culo jugoso y goloso que con tanto gusto se entregaba.
 
Se maldijo durante unos segundos por haber terminado derramando toda su leche sobre su velludo abdomen pensando en lo mucho que tendría que madrugar al día siguiente para darse un baño en el río que retirara todo esa lefa ahora blanquecina y viscosa.
 
Esa noche se volvió a pajear en solitario sin saber que desde ese fatídico día tendría que volver a hacerlo muchas más veces y que pasaría mucho, muchísimo tiempo hasta que pudiera volver a notar el cálido tacto de una lengua acariciando su grueso y apetitoso capullo.
 
El destino y su mala cabeza lo había condenado a pajearse en solitario y solo sería liberado de semejante castigo cuando fuera capaz de asumir con agrado su propia condición.
 
★ ★ ★
[Sin salir del armario]
 
Pedro no duró mucho conviviendo con la feliz pareja.
 
Después de la boda no tuvo que enfrentarse a verlos felices el uno junto al otro porque se fueron de viaje de novios a la casa de una tía de Valencia. Cuando volvieron, una semana más tarde,  aguantó con ellos un par de meses hasta que se vio con fuerzas para abandonar a su hermano y a toda su familia.
 
El autoritario padre hubo de admitir que su hijo se marchara a buscar una vida mejor. Con todas sus fuerzas le deseo que le fuera mal en su empresa y volviera cuanto antes con el rabo entre las piernas. Sabía que lo haría para suplicarle por su error y pedirle que le diera de nuevo cobijo en la casa.
 
Pero el joven no volvió con la celeridad que el padre esperaba. Aprendió con rapidez en el floreciente oficio de la construcción y en la ciudad pudo disfrutar de una cierta liberación sexual. La complicidad y el anonimato de la enorme ciudad en la que se encontraba, le permitió que fueran muchos los rabos que se le terminaran metiendo entre las piernas.
 
En aquellos años de dictadura no era fácil follar o ser follados pero los maricas podían cazar casi al vuelo las señales que se lanzaban los unos a otros.
 
Su paso por el servicio militar no hizo más que reafirmarlo en sus “inquietudes”. Con ayuda de algún compañero de garita y de algún que otro militar de más alto rango llegó a convertirse por mérito propio en la más puta del cuartel.
 
Durante esos dieciocho meses en los que hubo de estar secuestrado por los caprichos del militarismo, aprendió a no hacer el vago y llegó hasta sacarse el graduado escolar.
 
Después de la mili volvió a su anterior oficio empeñado inútilmente en seguir construyendo muros contra esa España intolerante que aborrecía a los homosexuales pero entre la que se movían cada vez más maricas encubiertos, deseosos de sacar a pasear su pluma, cuando el “Regente” estirara por fin la pata.
 
★ ★ ★ 
[Los avances de la ciencia]
 
Pedro siguió en contacto con su familia, pero solo en los eventos que señalaba el calendario de su triste y vacía vida.
 
Enterró a su padre, pero fueron pocas las lágrimas. 
 
Con más dolor perdió también a un hermano en un accidente de tráfico.
 
Del resto de los avatares del destino, sufridos por su familia se enteraba siempre cuando volvía al pueblo para celebrar algún evento. Así fue como fue viendo crecer a sus sobrinos y sobrinas. Era el padrino de algunos de ellos por lo que los acompañó siempre en las fiestas de su primera comunión y posteriormente en alguna que otra boda.
 
Aguantó siempre estoicamente cuando le pedían que sentara la cabeza para empezar a darle nietos a su madre, pero Pedro procuraba callar.
 
A veces su culo boqueaba escupiendo leche mientras su madre le requería un nieto. En el baño durante el banquete había podido probar como una dura polla lo atravesaba hasta descargar dentro de él. Miraba entonces al responsable, a ese padre de familia follarín furtivo de culos,  que en esos momentos se volvía a reunir con su querida esposa que lo esperaba cotilleando sin darse apenas cuenta de lo que tenía por marido.
 
Sus miradas cruzaban una sonrisa cómplice antes de volver cada uno de ellos a su propia realidad y pensaba con una sonrisa maliciosa en el rostro, en que mientras la ciencia no descubriera algún avance que permitiera el preñado de los tíos los deseos de su madre se quedarían para siempre en eso, meros deseos de tener descendencia.
 
Tragapollas manchego
~~~
 
Bueno, aquí estuvo el relato de este mes. Es un relato muy diferente a los que he compartido hasta el momento en el blog, pero la verdad creo yo que bastante bueno. Me impactó desde la primera vez que lo leí y aún ahora lo hace. Me gusta mucho la forma en la que está escrito.
 
Como se habrán dado cuenta, esta es solo la primera parte del relato. Aún falta contar lo que está prometido al principio, cuando dice que su tío le enseñó muchas cosas, entre ellas lo que era follar. Pero bueno, eso será para otra ocasión :) No desesperen, lo más probable es que tengamos el resto del relato para el próximo mes ;) Mientras tanto, espero que hayan disfrutado este.

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